Alguien me dijo una vez: “La vida es de quien se arriesga”. Ya fuera que esa persona creyera o no esas palabras al decírmelas dejaron una marca en mi mente. A partir de ese momento la vida me mostraba un rostro distinto... Un rostro desafiante que me retaba a ir más allá y no sólo intentarlo, sino hacerlo.
Y es que en sí, la vida es un riesgo constante, aunque en ocasiones intentemos protegernos o pretendamos asegurarnos una existencia pacífica y sin sobresaltos envolviéndonos en una rutina diaria, el riesgo es latente y siempre estará ahí en cada paso que damos, en cada pensamiento que tenemos y sobre todo en cada decisión que tomamos.
Por lo tanto para asegurarnos de tener una vida plena, lo más recomendable seria el tomar decisiones arriesgadas. Sí, pero que estas nos aporten ese sentimiento de felicidad y plenitud que anhelamos para estar en paz con nuestra conciencia.
Esas decisiones son las que tal vez siempre estuvieron en nuestras mentes, pero deshechabamos por improbables, sin embargo aún reaparecen cada tanto para cerciorarse si ahora nos encontramos listos para emprender ese camino que tan claramente veíamos al inicio y que la decidía o el temor fueron desanimandonos paulatinamente hasta el punto mismo en que comenzamos a perder algo de nosotros mismos, tanto así que ahora ya nos es difícil reconocernos al espejo.
No me malinterpretes, con decirte que tomes riesgos, no pretendo que expongas tu integridad o peor aun que pongas en peligro tu vida, ya que incluso para tomar riesgos se necesita ser inteligente, sopesar los distintos escenarios de lo que deseas emprender y con base en esos datos llevar a cabo tu acción, esa que te saque de esa zona en la que cómoda o cómodo estas desde hace tiempo.
Aunque hagas a la vez uno o mil planes, al arriesgarte las cosas no saldrán siempre como las has pensado (la vida no es tan generosa), sin embargo no permitas ni por un segundo que esto te desanime, es más deja que esos tropiezos den paso a la experiencia, recuerda que a base de caídas aprendiste a caminar, correr y tal vez ahora sólo te reste aprender a volar.
La imaginación desconoce fronteras, así que todo lo que pase dentro de tu mente es realizable, siempre y cuando hagas una introspección que te de pauta a conocer tu rango de habilidades. Una vez hecho esto podrás emprender un plan arriesgado y probablemente te sorprenderás cuando alcances el resultado esperado o sobrepases tus propias expectativas.
Un riesgo siempre conlleva a un cambio y si este es muy radical para tu preparación mental actual, hazlo paulatinamente, comienza con lo más fácil, con cosas pequeñas, equilibra tu nueva vida con tus actividades diarias, esto con el objeto de que no experimentes desorientación, pronto notarás que esas “pequeñas” acciones a la postre se convertirán en ese cambio que veías tan radical en un inicio. Sólo que la transición la adaptaste a tu ritmo.
Te sugiero que comiences de inmediato ya que vida solo tienes una y por lo tanto no tienes un exceso de tiempo para darte el lujo de perderlo utilizándolo en roles que no te hacen feliz, a partir de este momento te invito a imaginarte en donde querrías estar el dia de mañana, en una semana, un año, cinco o el tiempo que desees, imagínate como querrías que te viera tu “yo” actual, que haría que te sintieras orgulloso u orgullosa de ti. En el trayecto habrá momentos de incertidumbre permite que tus corazonadas o intuición guíen cada paso e iluminen la senda que estas creando.
Apasiónate y ama lo que haces cada segundo, ya que al hacerlo estarás dejando una huella personal e imperecedera de tu paso por este mundo.
En mi caso, las palabras son mi pasión y estas te las dedico a ti, que aun sin conocerme te tomaste el tiempo para leerlas. Y antes de terminar deja que te recuerde algo:
“La vida es de quien se arriesga”.
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